Antonia Morillas González, ex coordinadora de la Oficina de Presupuestos Participativos de la Diputación de Málaga, integrante del Comité Científico de Metodologías Participativas para el Desarrollo Humano
Las experiencias de Presupuestos Participativos han experimentado un crecimiento espectacular en los últimos años. Más de 3.000 experiencias locales a escala mundial. Desde que Porto Alegre (Brasil) iniciara el recorrido en 1.989 de democratizar la toma de decisiones respecto al presupuesto público municipal, no solo se han multiplicado las experiencias sino también los enfoques, metodologías de trabajo y por consiguiente, sus impactos diferenciados. Un mosaico de experiencias distribuidas en los 5 continentes que ponen de manifiesto una apuesta creciente por las democracias participativas en un sentido amplio y que reaviva los debates en torno al poder, la democracia, el municipalismo y las culturas políticas.
La construcción de democracias participativas desde el ámbito local, que es el nivel de gobierno más próximo a la vida cotidiana de la ciudadanía, constituye un reto político que parte de la consideración de la participación como derecho, en tanto que necesidad humana. La ciudadanía no será plena si los ciudadanos no tienen la oportunidad de participar activamente en la consecución de la satisfacción de sus necesidades y este proceso se inicia desde la esfera del mundo de la vida cotidiana. De este modo, Julio Alguacil sintetiza algunos de los debates que se vienen produciendo en torno a la construcción de nuevos modelos de gestión local relacionales que incorporen la participación ciudadana como derecho efectivo, a través de procedimientos concretos.
Los presupuestos participativos, las consultas ciudadanas, procesos de participación infantojuvenil como el Ágora Infantil, los mecanismos digitales de transparencia, deliberación y decisión, el diseño participado y cogestión de espacios públicos, etc. son algunos procedimientos concretos, a través de los cuáles se están construyendo propuestas de gestión local que aúnan mecanismos de democracia representativa y participativa, situando en el centro la ciudad como espacio de construcción de lo público y ejercicio de los nuevos derechos de ciudadanía.
La demanda de un mayor protagonismo de los actores sociales en el diseño y priorización de políticas públicas, la crisis de legitimidad que atraviesan las instituciones y el anhelo de socialización del poder han favorecido la emergencia de diversidad de iniciativas de innovación democrática y la expansión del presupuesto participativo en el ámbito local, tanto rural como urbano, con dimensión territorial o sectorial, con prevalencia de mecanismos de participación presenciales o digitales.
El presupuesto participativo como práctica política democratizadora que contribuye a la mejora de la calidad de vida, está avalado por numerosos estudios e investigaciones científicas que han contrastado sus impactos a distintos niveles. Yves Cabannes (2004) señalaba que el presupuesto participativo contribuye a incrementar la transparencia en la gestión y la efectividad del gasto público, impulsar la participación ciudadana con el objetivo de que la ciudadanía asuma el control de los recursos públicos, exigir responsabilidad a los trabajadores públicos y los dirigentes políticos, incrementar la confianza entre los ciudadanos y el gobierno, aumentar el fortalecimiento comunitario mediante la activación del tejido social, democratizar la democracia, modernizar la gestión pública y mejorar las condiciones de vida en términos de justicia social. En su investigación concluía que el presupuesto participativo era una herramienta para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, demostrando su impacto en la mejora de la calidad de vida de los habitantes de las ciudades con presupuestos participativos incluidas en el estudio.
Asimismo, García Leyva, Domínguez Fuentes y Hombrados Mendieta (2009) en la evaluación de los procesos de presupuestos participativos de la provincia de Málaga describían que Las propuestas de la ciudadanía van encaminadas a mejorar sus condiciones de vida manteniendo los principios de solidaridad y redistribución de los recursos, Además, los mecanismos que activan los presupuestos participativos garantizan la transparencia en la gestión de los recursos, el fortalecimiento comunitario y el bienestar psicológico.
Andalucía ha sido pionera en la puesta en marcha de presupuestos participativos y en el impulso de redes entre los mismos. Las primeras experiencias de presupuesto participativo en nuestro país fueron andaluzas (Las Cabezas de San Juan, Córdoba, Sevilla, una veintena de municipios malagueños…) convirtiéndose en una referencia necesaria para otros tantos municipios que se han ido incorporando con posterioridad.
Hoy, la diversidad política y metodológica que encontramos entre los procesos, hace aún más necesario generar conexiones en red de las ciudades, espacios de debate, de intercambio de experiencias y aprendizajes recíprocos que fortalezcan los procesos y los promuevan, desde la identificación de objetivos compartidos. A saber: democratizar la democracia, construir instituciones locales eficaces, transparentes y permeables a las necesidades y deseos de sus vecinos, mejorar la calidad de vida y la distribución de los recursos y del poder desde nuevos enfoques del desarrollo local, promover un espacio público inclusivo y ciudadanías activas, comprometidas y corresponsables con el entorno que habitan.
La iniciativa que ha tomado en este sentido el ayuntamiento de Conil de la Frontera (Cádiz) es audaz, oportuna y responde a esa necesidad de construir agendas comunes y articular redes municipalistas que promuevan la democracia participativa, desde la pluralidad y la diversidad de enfoques existentes. Experiencias como los Encuentros Ibéricos de Presupuestos Participativos, que ya van por su 4ª edición, la Red de Ciudades Participativas o la Rede Autarquías Participativas (Portugal) caminan en esa dirección, a la que tendremos la oportunidad de aproximarnos en la Jornada Andaluza de Democracia y Presupuestos Participativos del próximo 17 de febrero.
Seguir contribuyendo a procesos que democraticen la vida en las ciudades, aprovechar todo el aprendizaje histórico acumulado en torno al presupuesto participativo, incorporando las aportaciones de las nuevas experiencias y tejiendo un debate enriquecedor en el que seamos capaces de identificar la potencia de la diversidad y la cooperación, situando los retos comunes.